1/20/2011

Más claro que echarle agua

Valparaíso, 18 de enero del 2011

Compañeros

Comité Central

Partido Socialista de Chile

Presente

Estimados compañeros:

A las 22 horas de ayer la Comisión Política de nuestro partido, en una votación dividida, acordó respaldar en el Senado el proyecto de ley “sobre calidad y equidad de la educación” del ministro Lavín. A juicio de quienes sostuvimos el punto de vista minoritario, este proyecto más otras medidas anunciadas o ya puestas en práctica por el actual gobierno de derecha, debilita aún más la ya alicaída educación pública de nuestro país poniendo en riesgo la existencia misma de dicha educación estatal en un corto periodo de años.

Esta decisión, profundamente equivocada a mi juicio, viene a sumarse a otras igualmente desafortunadas: la aprobación del mal llamado “proyecto royalty” del gobierno, que a través de la invariabilidad tributaria adicional otorgada a las grandes empresas mineras, hipotecó por muchos años la posibilidad de que nuestro país, soberanamente, decidiera sobre la política tributaria aplicable a nuestra principal riqueza que es el cobre.

Muchos militantes de nuestro partido, y también de otros partidos de la Concertación, hemos venido, por más de una década, llamando la atención acerca de la marcada tendencia de nuestra coalición de adoptar políticas pragmáticas, alejadas de los valores y principios que motivaron su constitución; cada vez más parecidas a visiones conservadoras y neoliberales.

Criticamos en su momento la privatización desenfrenada de todos los puertos y de todas las empresas sanitarias. Igualmente, levantamos nuestra voz ante la estricta necesidad de impulsar una Reforma Laboral que le otorgara a la mayoría de los trabajadores chilenos efectivos derechos a sindicalizarse y negociar colectivamente. Nunca se llevó a efecto. Esto explica el que hoy exista apenas un 12% de trabajadores sindicalizados y que menos del 5% pueda negociar colectivamente.

Algo parecido ocurrió con las diversas propuestas que surgieron en el seno de la Concertación para llevar adelante una Reforma Tributaria de fondo, que hiciera más progresivo nuestro sistema impositivo y que permitiera aumentar la recaudación tributaria muy por sobre el esmirriado 17% del PIB que hoy existe. Siempre se desecharon estas propuestas, a pesar de la constatación de que aquellos países que habían logrado desarrollarse con equidad y justicia social, mostraban sistemas tributarios con una recaudación promedio del 30% sobre el PIB.

Nunca dejamos de valorar y apoyar aquellas políticas públicas que, como la implementación del “pilar solidario” de la Reforma Previsional, como la multiplicación de salas cunas y jardines infantiles, o como el otorgamiento de viviendas dignas a la mayoría de las familias sin casa, por ejemplo, tenían un claro contenido social y elevaban la calidad de vida de la gente más vulnerable de nuestro país.

Con todo, no dejamos de insistir que si estas políticas sociales no iban acompañadas de reformas estructurales más de fondo en el campo de los derechos laborales, de la educación, del sistema tributario, del reforzamiento del Estado, etc., difícilmente podríamos acometer con éxito la tarea de hacer de Chile un país más igualitario.

Y así fue. Perdimos el Gobierno y dejamos el país tan desigual como lo encontramos, a pesar de las variadas políticas sociales que pusimos en práctica.

No obstante lo doloroso que ha sido perder el Gobierno, muchos militantes y dirigentes críticos mantuvimos durante el año 2010 la esperanza de que la derrota enseñara; de que el remezón nos permitiera realizar una serena y profunda reflexión autocrítica.

No solo no estamos haciendo esta necesaria reflexión; la estamos escamoteando.

Peor aún, como opositores, estamos actuando con el mismo pragmatismo vaciado de vocación transformadora, con que muchas veces actuamos en los veinte años en el gobierno.

A pesar de que decimos tener conciencia de que Piñera encabeza una verdadera “Revolución Neoliberal”, y a pesar de nuestros discursos altisonantes en contra del gobierno, en la práctica vamos aprobando cada una de las reformas de corte neoliberal que la derecha impulsa.

De esta forma, las direcciones de los partidos de la Concertación se alejan cada día más de los centenares de miles de votantes que algún día le dieron su respaldo. Y no deja de preocuparme, porque este divorcio viene a ser una contribución – indeseada por cierto – a un proyecto de derecha tan profundamente distante de nuestros sueños y anhelos de siempre.

Desde mi personal perspectiva, siento que tengo también claras responsabilidades en la situación crítica que estoy describiendo. He sido parlamentario y dirigente por muchos años, y no caeré en la actitud fácil de culpar a los demás.

Sin embargo, tengo clara conciencia de haber expuesto en innumerables oportunidades, con las limitaciones que me son propias, frente al Partido y a la opinión pública, estas opiniones que hoy reitero casi con majadería.

Por lo mismo, en cuanto entiendo que mantengo sin solución discrepancias de fondo con la política del Partido, me ha parecido de un deber de coherencia elemental presentar mi renuncia a los cargos de dirección y a la militancia que mantengo en el socialismo chileno por casi veinte años.

Más allá de lo político – en lo estrictamente personal – me alejo con un sentimiento de tristeza; pero también de gratitud, que hoy quiero relevar, por el trato afectuoso y respetuoso que siempre recibí de mis camaradas.

Fraternalmente


Sergio Aguiló Melo