3/11/2010

Ni Príncipe ni Mendigo

Por Javier Espinoza

El terremoto en nuestro país no solo movió la tierra, modificando el entorno de nuestras ciudades y poblados afectados, no solo son los efectos producidos por el maremoto los que se vieron sometidas a esta presión contenida. Las estructuras sobre las cuales se basa nuestra sociedad se han visto fuertemente afectadas.

Y cómo no iba a serlo, si el modelo de desarrollo ha mostrado su lado más débil. La mano invisible del mercado no logra dar respuesta acertada a la catástrofe sufrida. Ya se trate de humildes pobladores como de trabajadores profesionales, la tan manoseada clase media, que ven como se demuelen sus hogares, comprados con el esfuerzo de años y que inescrupulosas empresas constructoras e inmobiliarias han jugado con sus sueños y anhelos.

¿Qué tiene que ver eso con el partido?

Simple, fuimos nosotros los que manejamos este modelo. Sí, quisimos darle otro cariz. Sí, quisimos y armamos cierta red social que intentó minimizar los efectos negativos que presenta un mercado desregularizado. Sí, Pero descuidamos otros aspectos no menores, los cuales no supimos atender, no quisimos ver, o simplemente ignoramos porque en términos generales lo hicimos bien y logramos un adelanto importantísimo de nuestro país de lo cual nos debemos sentir muy orgullosos.

Pero las desigualdades hoy saltan a la vista con más fuerza. Es falso que el terremoto afectó por igual a ricos y pobres. La clase acomodada preocupada porque se cayó una pasarela del mall portal la dehesa, no daba crédito a los saqueos de otros acomodados de Concepción. No se trataba de turbas muertas de hambre, un lcd o plasma no quita el hambre, ni van en sus SUV o 4x4 llevándose cosas así. Las preocupaciones eran distintas para privilegiados y devastados.

Esas desigualdades también se aprecian en el partido, se viven. Hay ejemplos dignos de solidaridad y preocupación por los camaradas, pero que rota está la real fraternidad interna. La JDC rápidamente va en ayuda de los necesitados, pero como funcionó la red interna del partido?

Los antiguos “próceres” llegaban a las más disímiles comunas y se acercaban a saludar a militantes que no conocidos en Santiago, hacían partido en esas comunas. Hoy algunos ni siquiera se dignan saludar a dirigentes de base a los que se cruzan por la calle. Claro cómo lo van a saludar si nunca fueron a una base , si nunca han tenido vida partidaria.

Cuando hablamos de terremoto social, como lo dice el padre Berríos, debemos mirarnos también internamente como partido. Donde están los lazos, donde está la confraternidad, donde está esa igualdad que siempre pregonamos?

Algunos han usado, abusado y recontra utilizado cuantos vínculos fue posible utilizar para obtener cargos (sin tener la mínima capacidad, aptitud y actitud para el cargo) ganarse becas, para transformarse en comentaristas políticos de TV, para hacer de la política otra muestra más de la farándula. Sillitas musicales fue un acierto comunicacional para referirse a este tipo de militantes que sin ninguna historia partidaria usaba sus contactos, amigos y familias, para hacerse de los más variados cargos. Para ellos el modelo les fue funcional. Algunos que casi con fórceps salieron de sus carreras universitarias, tuvieron la posibilidad de irse “becados” (y algunos con sueldo) a distinta universidades del mundo a estudiar.

Hoy algunos quieren profundizar y replicar la misma brecha que existe en nuestra sociedad, en nuestro partido. Y no se trata de ser ingenuos al pensar que antes no existió la diferencia entre una elite económica, intelectual y las bases. No, se trata justamente de lo contrario, reconocer que las brechas y diferencias profundas que hoy salen a la luz en nuestra sociedad, se comiencen a cambiar partiendo por quienes nos llamamos motores de cambios sociales, por quienes supuestamente luchamos contra las desigualdades, partir por el partido para que la democracia interna realmente funcione, donde las componendas y mesas de acuerdo no tengan cabida y profundicemos de verdad la democracia partiendo por casa. Donde los privilegiados de siempre no sean quienes modelen todo para su beneficio y el de sus grupos, donde no necesites ser ni príncipe ni mendigo para acceder a los cargos y se respete tu opinión, sin discriminaciones de ningún tipo.

No, no se trata de quitarles a unos para darles a otros, Robin Hood no sirve en esto. Algunos que ya han tenido cargos públicos por suficiente tiempo, no pueden venir a tomarse el partido “volviendo” a donde nunca estuvieron. No importan los cargos internacionales, no importan los cargos en ministerios y servicios públicos, no importa las apariciones permanentes en programas de televisión, esto no es un reality show.

Los méritos deben primar y no se trata simplemente de una meritocracia, sino de que la catástrofe social de la que hablan algunos padres de la iglesia, comience a ser modificada desde sus bases y por quienes tienen el deber y la responsabilidad de luchar por los más débiles y las desigualdades, independientemente de quien se trate.

No por nada durante mucho tiempo fuimos un partido de vanguardia, de cambio, revolución o reformismo, den el nombre que quieran. Lo importante es que hoy, desde la oposición tenemos la posibilidad de generar el verdadero cambio social que la gente espera de los democratacristianos……. La pregunta es: estaremos a la altura dejando afuera nuestras ambiciones y elitismo (abierto u oculto), dejaremos nuestro nepotismos internos con familias que parecen dueñas del partido, dejaremos que queden sin responsabilidad quienes dirigieron y cometieron todos los tipos de errores posibles para que nuestro candidato perdiera, dejaremos libres de toda responsabilidad a aquellos que a nivel de ODCA acogieron con los brazos abiertos a partidos de derecha (algunos casi facistas) como el PAN (México), o el partido nacional (o blanco de Uruguay), y sembraron la tierra para que algunos como Ravinet y otros se sintieran a sus anchas en un gobierno de derecha. Dejaremos que finalmente el modelo impuesto por la dictadura dirija para siempre nuestro accionar como partido?

Podemos seguir mucho tiempo con otras preguntas, pero las respuestas y las soluciones las encontraremos solo en la medida en que comencemos a cambiar, cambiar internamente, cambiar en nuestro discurso, en nuestras comunicaciones, en nuestro actuar, en nuestras definiciones, cambiar aquello que precisamente nos pasó la cuenta en estas últimas elecciones, retomar nuestra consecuencia entre el pensar y el actuar, entre lo que pregonamos y hacemos, entre lo que nuestro principios nos indican y lo que realizamos. Esa es la verdadera renovación y no la centrada en un tema de edad, ya hay demasiados “jóvenes” que quieren perpetuar esas mismas prácticas que condenamos.

El pueblo espera a los demócratas cristianos porque parece que aquellos que hoy marchan no somos los mismos de 1810, ni los que caminaron antaño…...

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