10/21/2006

NO HAY PEOR CIEGO QUE EL QUE NO QUIERE VER


Reconozco que no soy economista, ni nada que se le parezca, que no estudie en la Católica, ni Harvard ni en Chicago; no tengo poder político ni económico, no estoy levitando ni rodeado de la luz inspiradora. Simplemente soy un trabajador medio de mi país, que vive como miles de chilenos para mantener una familia con todos los componentes que esto implica; que tuve la oportunidad de estudiar sin los sobresaltos del pago mensual de hoy, de insertarme en un ambiente social de participación desde corta edad, a pesar de provenir de una familia DC de escasos recursos de la Zona Sur de Santiago, tuve oportunidades, pude pensar y optar, lo que me llevo a tener voz y actuar. Sin embargo, me permito diferenciarme: partiendo por la diferencia que nos entrega la madre naturaleza a los seres humano que nos permite no ser igual a ningún otro; creo que el hombre no nace en esta en la tierra para vivir sólo y hacer vida de ermitaño, sino para convivir con otros en comunidad; creo en el legado de CRISTO, quien nos demuestra que el hombre esta construido para servir porque somos verbo, es decir acción; porque estoy convencido que la inspiración doctrinaria e ideológica humanista y cristiana, a la cual me adhiero, me permite ser un cristiano en política, para servir a mis semejantes; porque creo en la opción preferencial por los más pobres, condición que no es exclusiva de quienes no tienen dinero, pero esta opción es a partir de reconocer mi propia pobreza y que mientras exista un hombre necesitado o pobre en el mundo los cristianos en política, tenemos algo que decir y hacer; porque creo en un planteamiento humanista cristiano dinámico, generador de cambios, todo en función del desarrollo del hombre, la humanidad y el mundo; porque creo que la Democracia Cristiana en cuanto organización es capaz de seguir cambiándole la cara a Chile, como lo hicimos en el periodo de la Revolución en Libertad, donde se inicia el camino hacia mayores niveles de desarrollo y crecimiento de nuestro país, donde se alfabetizo, se modifico la educación, donde se esbozaron los primeros pasos en el tema de genero, donde se potencio el tejido social, donde se exigió el respeto a la dignidad de las personas, donde cada hombre y mujer de este país tenia el deber de participar en la construcción del país a través del desarrollo comunitario, donde se le reconoció al trabajador como el generador de riqueza potenciando la sindicalización; porque estoy convencido que los cristianos en política debemos fomentar una democracia participativa e inclusiva, donde nadie sobra, donde siempre faltan manos para construirla; porque creo que nadie tiene vedada la capacidad de pensar, expresarse y observar lo que ocurre a su alrededor, más aún quienes nos denominamos demócratas y cristianos, tenemos un doble rol, ser capaz de luchar para que cada persona sea actor y arquitecto en la construcción de su propio destino, segundo reconocer a los otros como hermanos; porque creo que la verdad no es prerrogativa de unas pocas personas, ni de un sistema, ni de un modelo; la verdad se construye entre todos, los sistemas funcionan cuando incluye a todos y los modelos permanecen cuando satisface a todos, aunque sea en el sólo acto de entregar oportunidades igualitarias; si no cumplen para lo que fueron diseñados hay que cambiarlos.

Hoy asistimos al predominio de un individualismo concertado e irresponsable y al desprestigio de los fenómenos colectivos, resultante de una ofensiva neoliberal que por mucho tiempo se viene dedicando a desmontar los dispositivos sociales, descansándose en posturas mecanicistas que pretendía que el mercado oficiase como el gran regulador. Estamos bajo un sistema que no permite avance ninguno en otras formas de enfrentar el día a día o proyectos de más largo plazo, más aún cuando estas formas sean el resultado de desiciones, opciones o experiencias colectivas. Es necesario reconocer también, que la situación que vivimos hoy, es por las carencias propias e incapacidades de afianzar experiencias sociales de cooperación. Si bien, las necesidades hacen que las personas opten por obtener un algo para satisfacción individual, sin importar las necesidades de sus pares; el sistema implementado esta diseñado para formar a una sociedad individualista, ferozmente competitiva en función de tener más, anulando de plano el ser más, alcanzar el éxito y no la felicidad; basta con observar los medios de comunicación tradicionales que adscritos al sistema, entregan a la sociedad “pan y circo”, transformándose en el principal escaparate de productos que le llevaran al éxito y la riqueza, en un mundo donde la riqueza esta en unos pocos y los mendrugos de esa riqueza deben distribuírsela entre las grandes mayorías.

Estos aspectos, atraviesan a la política, la economía, la sociedad y la cultura, que han determinado una fuerte fragmentación social, perdida de referencias, nuevos clientelismos y numerosas dificultades para encontrar líneas de superación, de transformación y de oportunidades, en el marco de una creciente incertidumbre. En este marco, nos enfrentamos a una economía capitalista, caracterizada por producir en base al factor capital, distribuir en base a las relaciones de intercambio y fomentar una cultura consumista; por otra parte esta el sector estatal – público, que produce en base al factor administrativo, pero también al capital pero con una lógica distinta, y distribuir en base a la redistribución del ingreso, siendo un observador cada vez más pasivo, hacia donde la encamina el sistema. También tenemos como referencia del sistema, la formación de oligarquías tanto en lo político como en lo económico y entre ambas se hacen dueños de la verdad así como de la riqueza y el poder, en tanto estos pocos que ostentan el poder, desean mantener la situación, tal cual porque les beneficia, olvidándose que quienes les proveen de ese poder y riqueza es la inmensa mayoría que debe mantenerse con el sobrante.

Sin embargo, esa inmensa mayoría, el pueblo o mejor dicho la sociedad civil como “pitucamente” hoy en día se dice, como si existiera una sociedad “animal” o una sociedad “no civil”; piensa, analiza, evalúa, actúa y no necesariamente en función del poder y la riqueza, sino más bien en las formas de sobrevivir en este sistema, en este ámbito vemos que ante la falta de un reconocimiento a los otros en su calidad de personas y respeto a su dignidad, nacen alternativas para estar en el sistema y sobrellevarlo como son la droga, la delincuencia y en otros la rebeldía. Porque estamos en un sistema donde los únicos dignos son los señores del poder y la riqueza, el resto son instrumentos o factores que hacen al poderoso acaudalar más. A la vista tenemos muchos ejemplos de esa forma que impone el sistema, educación para el que tiene y el que no tiene, se debe conformar con lo que le entregan, donde las nuevas generaciones están inmersos en una educación mecánica y de bajo nivel, donde no reciben herramientas que les ayuden a pensar es decir generaciones verdaderamente autómatas para el sistema, las personas pasan a ser un factor desechables.

En este contexto, existen alternativas, para que inicialmente la sociedad pueda soportar la arremetida de un sistema, mientras se trabaja para su cambio, sistema impuesto en un periodo dictatorial, donde nadie podía opinar respecto del tema, sistema que por ese sólo hecho no tiene ninguna validez. Estas alternativas, la sociedad y el pueblo las esta comenzando a buscar y “o sorpresa”, la alternativa que se va desarrollando “underground” son aquellas que los democratacristianos promocionaron, para la participación, crecimiento y desarrollo del pueblo a partir de la Revolución en Libertad y que se van levantando como la alternativa para los tiempos que vivimos. Esta alternativa se denomina el tercer sector o de la economía social o de la economía solidaria.

En este concepto no estamos hablando del voluntariado, que es la alternativa que fomenta el sistema, de tal modo que los problemas sociales sean resueltos a través de los propios afectados y sus pares, con esto, se puede seguir disminuyendo el aparato estatal y los dueños de la riqueza dejan de ser responsables.

Estamos hablando de numerosas organizaciones que son integrantes del tercer sector de la economía solidaria o integrantes del sector solidario de hacer economía. En este ambiente podemos encontrar las organizaciones de voluntariado que en la lógica del donante que no sólo son aquellos que donan dinero, sino que estamos frente a quienes donan trabajo u organizaciones de trabajo voluntario. Otras organizaciones, como las comunidades de trabajo, los artesanos, microempresarios, pequeños empresarios, cooperativas, las organizaciones sociales; es mundo importante, que por una parte se hace discurso con relación a la capacidad que tienen estas alternativas en la generación de empleo y por otra se les niega cualquier posibilidad de apoyo, hasta quebrarlas. Son organizaciones que optan por obtener ganancias del trabajo realizado como un componente de ingreso para la subsistencia; estas organizaciones de trabajadores y trabajadoras, desplazados del sistema económico capitalista, se reúnen y en conformidad a sus habilidades personales conforman un espacio laboral cooperativo autogestionado, donde el factor trabajo es la base de la organización; otra sorpresa “en este espacio socio económico es donde se generan la mayor parte del empleo” y sin embargo un pequeño tiene que demostrar que no necesita recursos para que sea sujeto de apoyo en el ámbito privado y los organismos estatales no generan políticas de Estado para potenciarlas, sino se dedican a la creación de trajes compuesto de cientos de parches que tiende a romperse, desintegrarse y morir .

En este caso la organización inicia la búsqueda de una ganancia que les haga rentable la empresa de subsistencia. Esa ganancia, sin embargo, no será apropiada por el capital, sino por el factor organizador base que es el trabajo aportado, subsumiendo a los otros factores implícitos en la organización; cuando una comunidad de trabajo, fundada en base a valores de igualdad, solidaridad y humanista, la generación de bienes y servicios, intentara sacar provecho para dar satisfacción a los fines que le dieron vida. Las denominadas ganancias, son en estricto rigor la obtención de márgenes que les permita un “ingreso económico” que les permita satisfacer sus necesidades. Si bien, están orientados al sector productivo mercantil, la base esta sustentada en la subsistencia individual y familiar y colectiva, y no en el simple lucro y la acumulación de una empresa típicamente capitalista. De hecho, a los trabajadores involucrados en el tercer sector, no están atesorando la riqueza, sino lo que buscan es vivir de su trabajo y con su trabajo de manera que les permita afianzar su dignidad de persona. Por lo anterior, la característica principal de la economía solidaria o del tercer sector, no es la ausencia de ganancia o lucro, sino la presencia de factores organizadores alternativos que permitan otros criterios de distribución y formas de consumo más integrales. En definitiva el valor de la solidaridad, es el principal componente que tiene la sociedad y su sola presencia hará que los procesos económicos vayan en beneficio del hombre para su desarrollo, crecimiento y la búsqueda del camino hacia la felicidad, más que al éxito como lo propone el sistema.

Lo expresado anteriormente, puede llevar a replicas de algunos enamorados del sistema, haciendo comparaciones con el proceso dictatorial que vivió nuestro país, tales como: superamos la pobreza disminuyendo la brecha; se disminuyo el desempleo; hoy se escucha a la gente; el poder adquisitivo de la población es mayor; la educación esta al alcance de todos, etc. Nadie duda que se han alcanzado niveles de superación en distintos ámbitos, que Chile a alcanzado un nuevo estándar; pero nadie puede llevarse a engaño, que el factor económico neoliberal que quedo implementado y que sólo se han dedicado a administrar, permite que las desigualdades sigan en aumento provocando un proceso gradual hacia una mayor concentración de la riqueza en unas pocas manos, lo que conlleva que el poder también queda en unos pocos, porque el factor económico a traspasado fronteras siendo un factor determinante en la economía, la sociedad, la política y la cultura.

Mientras tanto, los trabajadores, técnicos, profesionales que dan vida al país, que se ubican en la clase media, y que en definitiva son los generadores de riqueza, van disminuyendo sus posibilidades tanto de ser actores como de verse beneficiados por el ingreso y la riqueza del país. En este campo, el sistema va generando alternativas entre las personas: los que se adaptan al sistema sin analizar, ni criticar, aplicando la ley del menor esfuerzo, manteniendo un criterio conservador de adecuarse una posición carente de cambios, la sociedad se estanca o retrocede en su calidad de vida, y que en definitiva son los sostenedores del sistema y afianzan el poder y la riqueza en unos pocos; sin embargo, están los que tratan de analizar de manera critica la situación y se concentran en la búsqueda de alternativas que permitan un salto cualitativo para la sociedad, a través de la generación de cambios, entendiendo que los sistemas no son estáticos, si no más bien dinámicos, es decir la búsqueda de cambios que desde un punto de vista positivo, permite que la sociedad y las personas sean los verdaderos actores, los que se benefician con la riqueza y quienes tienen el poder, en definitiva avanzan en calidad de vida.

El mundo esta inmerso en una situación de incertidumbres, sin embargo lo que se nos presenta como inevitable e irreversible puede y debe ser cambiado, por la acción comprometida y solidaria de quienes dependemos de nuestro trabajo para forjar una vida más digna, de quienes creemos en el compromiso con la democracia, el humanismo y en la doctrina cristiana. Si queremos y necesitamos cambios, incluyendo el modelo económico, en esto debemos tener desición y firmeza para desarrollar las acciones necesarias que permitan a la sociedad ser actores y arquitectos de su propio destino, asumiendo protagonismo de manera colectiva y solidaria. Si por el contrario nos conformamos con lo existente, seremos espectadores del deterioro progresivo de nuestra sociedad.

Don José María Arizmendiarrieta, impulsor del Movimiento Cooperativo de Mondragón en España que actualmente es un complejo industrial de más de 100 organizaciones cooperativas, teniendo como base la solidaridad, la autoayuda y la autogestión, componentes de la economía solidaria, decía: “Nada diferencia tanto a los hombres y mujeres, y a los pueblos como su respectiva actitud en orden a las cirscuntancias en que viven. Los que optan por hacer historia y cambiar por si mismos el curso de los acontecimientos llevan una ventaja sobre quienes deciden esperar pasivamente los resultados del cambio”

La problemática del desarrollo no se puede separar de la lógica del modelo propuesto e impuesto y de sus consecuencias en el orden político, económico, social y cultural. Más allá de sus logros parciales y acotados, como son los métodos de producción y lucro; la desigualdad ha alcanzado proporciones insospechadas. Se van socavando las bases naturales de la subsistencia del hombre y sin caer en exageraciones, el neoliberalismo implementado en el mundo va socavando la subsistencia del planeta. Un proceso que lleva a formas de aparente mejora, que empobrece e incapacita cada vez a más personas. La apatía y el acentuado distanciamiento de la gente respecto a los temas que nos atañen como sociedad, fomentada por el sistema. La modernidad vacía de sentido que desencadena en un creciente individualismo. Una globalización sosteniéndose en un desplazamiento del poder hacia formas corporativas fuertemente centralizadoras que despojan a la sociedad y a los individuos del control de sus condiciones de vida fuera de las pautas que entrega y legitima el sistema. Estructuras burocráticas en procura de la simplificación y la homogeneidad en la medida que permita el control y el dominio.

Ante este proceso donde unos pocos se van apoderando del poder y la riqueza que también les da poder sobre la sociedad y las personas, es necesario la generación de cambios, construir miradas distintas donde la sociedad y las personas, puedan construir para sí y para el total. Se necesitan nuevas propuestas que atiendan a las diversas expresiones que se dan en la sociedad. Lo que significa un cambio radical en el imaginario social; generar una educación para pensar, criticar, dialogar y generar cambios, respondiendo además, a las aspiraciones realmente sentidas, discutidas y decididas con la mayor participación posible, que en definitiva permita ir modelando nuevos paisajes. En tanto debemos trabajar para disminuir la concentración del poder, lo que requiere de una desición consciente de lucha y voluntad política que pasa además por la renuncia a las prebendas que entrega el sistema, desarrollando una democracia participativa e inclusiva, que potencie los desarrollos locales; considerando y privilegiando los desarrollos a escala humana. Descentralizar y autogestionar que coloque el poder y la riqueza en manos de todos, devolviéndoles la capacidad política que el sistema ha enajenado.

De todo lo anterior nacen muchas interrogantes y principalmente para quienes optan por el humanismo y más aún cuando este humanismo tiene sustento en el cristianismo. Los humanistas cristianos, son generadores de cambios por su concepción revolucionaria de amar al prójimo, siempre en la búsqueda de la civilización del amor.

¿Los DC estamos dispuestos a comportarnos como simples observadores o espectadores de la situación?

¿Los DC estamos dispuestos a asumir una postura conservadora y quedarnos con lo que existe?

¿Los DC estamos dispuestos a seguir administrando el sistema como la extensión de la dictadura?

¿Los DC estamos dispuestos a asumir la desigualdad que existe en la sociedad?

¿Los DC estamos por promover el individualismo y que se salve el que pueda?

¿Los DC estamos dispuesto a mantener una educación que no prepara para pensar?

¿Los DC estamos dispuestos a fomentar masas de trabajadores autómatas y desechables?

¿Los DC estamos dispuestos a seguir escuchando sin actuar?

¿Los DC estamos dispuestos a trabajar por la igualdad real de oportunidades?

¿Los DC estamos dispuestos a aceptar que se siga pisoteando la dignidad de las personas?

¿Los DC estamos dispuestos a contribuir que el poder y la riqueza sea privilegio de unos pocos?

¿Los DC estamos por una democracia participativa e inclusiva?

¿Los DC estamos por potenciar las iniciativas autogestionadas?

¿Los DC estamos por que se destruya la clase media, motor del desarrollo del país?

¿Los DC estamos por fomentar la educación y salud para el que tenga dinero?

¿Los DC estamos dispuestos a fomentar y promover el trabajo decente?

¿Los DC estamos dispuestos a reorganizar el tejido social para potenciar la democracia a través de la participación?

¿Los DC estamos dispuestos a recomprometer nuestro compromiso de combatir el materialismo que empobrece?

¿Los DC estamos dispuestos a volver a trabajar codo a codo con la base social y crecer junto a ellos?

¿Los DC estamos dispuestos a mantenernos en nuestra base de sustento el Humanismo Cristiano?

Son muchas las interrogantes, pero juntos en la búsqueda de un mundo mejor, con oportunidades, en libertad, en democracia y junto al pueblo podemos alcanzar las respuestas.

Por Manuel Román.

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