10/21/2006

Sueño el Sur

Rodolfo Fortunatti

De modo que antes y después las cosas no son las mismas. Porque se ha producido un cambio. Al abstenerse, Chile reafirma un estilo soberano, independiente y unitario, en suma, responsable con lo que ha sido su política exterior. No lo hace yéndose de América, como otrora fuera la pretensión de quienes se sentían demasiado europeos para seguir viviendo entre la pobreza y el mestizaje del nuevo mundo. Lo hace reclamando su lugar en el continente. No en contra de los Estados Unidos, como lo definió el gobierno de Caracas, siguiendo el falso dilema de Chávez: ¡Estás conmigo o estás con el imperialismo! Y tampoco en contra de Venezuela. ¿Por qué Chile habría de desafiar arrogante a Venezuela? Sobran las razones para explicar una amistad tan bien construida a lo largo del tiempo. Bastaría traer a la memoria a uno de los más grandes humanistas iberoamericanos que fue Andrés Bello.

Pero, asimismo, ¿por qué Chile tendría que haberse alineado contra Guatemala? Compartimos con el país centroamericano la misma lengua, las mismas instituciones democráticas y republicanas, el Estado y la administración españolas, la cultura y la religiosidad popular. ¿No es esto América Latina? El sur también existe, escribe Benedetti. Y Caetano lo canta: «Sueño el sur, inmensa luna, cielo al revés/ busco el sur, el tiempo abierto, y su después/ quiero el sur, su buena gente, su dignidad».

Buscaremos el consenso en la región, dijo Foxley, cuando Condoleezza Rice y Roberto Zoellick llamaban la atención sobre la inconveniencia de apoyar a Venezuela. Incluso, cuando se especulaba sobre eventuales sanciones económicas del país del norte. Sin embargo, Chile no votó por Venezuela, y tampoco lo hizo por el candidato promovido por el embajador John Bolton. En lugar de esto -como lo aseguró desde el principio la Cancillería-, la línea de acción del Gobierno ha consistido en consultar con los países que forman el Grupo Latinoamericano y del Caribe, en quien se reconoce el espacio ideal para construir el consenso subregional.

Los resultados han revelado quién tenía la razón. La controversia que se desató nunca fue un hecho superficial. Por el contrario, reflejó la enorme relevancia de la votación para los intereses de América Latina. Seguidamente, la abstención nunca significó asumir una posición ambigua frente al asunto. Fue el camino más corto para legitimar a Chile como actor crucial del acuerdo. Gracias a esta actitud, nuestra delegación puede contribuir con autoridad a la búsqueda de la mejor opción. Ciertamente, el mérito es de quien conduce las relaciones exteriores, pero la lucidez, oportunidad y resolución con que se abordó el problema, se debe, en gran medida, a los democratacristianos. Sólo cumplen con su papel de gobernar.

No hay comentarios.: