5/17/2007

“Un giro en la política social implica cambiar al ministro de Hacienda”


-“Cuando la derecha pierde el poder ha encontrado otra cosa más eficiente que los golpes de Estado: al Partido Radical lo empezó a invitar a sus salones, a integrar sus directorios y a casarse con sus hijas, hoy día está haciendo lo mismo con la Concertación”.

Ricardo Hormazábal y la junta de la DC


“Un giro en la política social implica cambiar al ministro de Hacienda”

- El ex presidente de la DC, uno de los autores de "La Disyuntiva", acusa a la “tecnocracia liberal” concertacionista del estado actual de las cosas y enfatiza que “ordenarse no es aceptar la imposición de un modelo económico en el que no creemos”.


“Pícnico sería mi carácter de acuerdo a la definición clásica de la sicología: una persona tendiente a la gordura y con buen humor, pero que digo lo que pienso”, parte aclarando con la cara llena de risa el ex senador y ex presidente de la DC, reconocido en el hemiciclo por una oratoria que hace recordar a los viejos tribunos de la República pre ’73. Por la ventana de su oficina, en el Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile, se asoma el otoño, que viste de amarrillo las faldas del cerro Santa Lucía. Hijo de obrero y abogado de la U. de Chile, a Hormázabal siempre se le ha identificado con los sectores más izquierdistas de la DC y hoy, firmando el documento “La disyuntiva”, parece confirmar esa pocisión.

–Usted era el líder de los chascones en la DC en la época en que había sensibilidades políticas más nítidas en el partido.

–Ja, ja. Eso era una afirmación de la prensa, nunca he sido líder de un sector. Yo soy DC, entré a la DC, no a un grupo. Comprendí que puede haber maneras distintas de entender el deber de la DC y entonces me he relacionado con muchas personas al interior del partido y coincidido con ellas en diferentes circunstancias, así que rechazo el calificativo.

–¿Y qué fue de los chascones?

–El primer chascón fue Alberto Jerez, le decían el chascón Jerez. Él integró un grupo con Rafael Agustín Gumucio, con la gente de la JDC que lideraban Rodrigo Ambrosio, el guatón Correa y Juan Enrique Vega, que se fueron del partido al MAPU. Enrique Correa, el mismo liberal de hoy, el mismo lobbysta de hoy, era marxista-leninista; Juan Enrique Vega, Rodrigo Ambrosio, Óscar Guillermo Garretón, eran marxistas-leninistas, ahí los conocí. Alberto y don Rafael Agustín no eran marxistas-leninistas, pero eran chascones.

–Cómo nos cambia la vida.

–Los chascones resurgen el ’73. Yo encabecé una propuesta que decía que estábamos obligados a combatir a la dictadura, del mismo modo como nos opusimos a Allende. Había dos tesis y la mía perdió. Renuncié a la presidencia de la JDC el ’74, y asumió Gutenberg. De ahí viene la división entre guatones y chascones.

–En ese tiempo el partido se dividía por cosas de fondo. Que hoy la DC se divida en torno al caudillismo de Adolfo Zaldívar o al liderazgo de Alvear, ¿es sintomático de la falta de ideas en la política?

–Sí, por lo menos había una discusión de fondo, y hoy hay que hacerla, porque también hay un problema ideológico. Por primera vez aparece en la Concertación un ala liberal transversal que ha logrado tener la influencia decisiva en los cuatro gobiernos. Esa concepción liberal ha sido capaz de darle al país una macroeconomía sana, pero nos tiene con la peor distribución del ingreso en América Latina. Firmé el documento “La disyuntiva” para decir “no le echemos más la culpa a Pinochet. Esto es culpa de los gobiernos de la Concertación”. Estoy orgulloso de los logros, pero estoy preocupado de que sólo un 32% de los chilenos tenga un trabajo decente, lo que implica que dos tercios tienen un trabajo indecente. Cuando Schaulsohn y Flores, de quienes discrepo pero a quienes respeto, dicen en su documento que estamos ad portas de que 10 familias se apropien del 80% del país, eso ya no es culpa de Pinochet, sino del enfoque liberal de la Concertación.

–¿Y cómo juega la DC en este escenario?

–Tendremos un debate que será en el congreso de octubre. En los ’60 me enfrenté a los grupos marxistas-leninistas que se fueron del partido. Hoy lo hago con los liberales de la DC, como Cortázar, mi amigo Ravinet, Ignacio Walker, la Mariana Aylwin o Edgardo Boeninger; ellos han tenido la responsabilidad de estar en cargos de Gobierno y tienen que responder por estas inequidades.

–Sin embargo, toda la expectación para la junta de este fin de semana no versa sobre eso, sino sobre la definición del candidato.
–¿Cómo va a titular La Nación? ¿El gran debate ideológico o la pelea entre Soledad Alvear y Zaldívar?

–Si la política se hace por la pauta de los medios quiere decir que la política es muy débil.
–La política es muy débil. No sólo está pauteada por los medios, sino que está en riesgo serio. Este es un país de gente honesta todavía, pero es grave que el 31% de las campañas políticas sea financiado por los grandes empresarios, según un estudio del CEP. Cuando la política es otro producto en el mercado controlada por los grandes empresarios, es grave.

–¿Dónde estará usted en este apuro por impulsar la candidatura de Alvear?

–Antes de tener candidato necesitamos tener programa.
–Para algunos es dar mucha ventaja.

–Es que esa supuesta ventaja se pierde después, como lo estamos viendo ahora. Como los programas de Gobierno de la Concertación no han sido discutidos por los partidos, sino que han sido impuestos por una minoría tecnocrática con la complicidad de las directivas políticas, no hay sintonía con los que están en el Parlamento. ¿Qué Junta Nacional de la DC aprobó el programa de la Bachelet? ¿Qué Junta Nacional aprobó el programa de Lagos o el de Frei? Y los estatutos dicen que el único organismo que puede aprobar el programa es la junta. Poner orden nos parece bien, pero cuál es el orden. Nosotros le dijimos al país que queríamos profundizar la democracia, avanzar en la justicia social y tener un Estado protector, y este equipo liberal, que es intelectualmente muy capaz y honesto, está en otra. Poner orden significa cambiar a los liberales. ¿Por qué me van a poner orden a mí que nunca creí que la Concertación era liberal? Y yo soy concertacionista desde 1969 porque fui uno de los que, con la candidatura de Tomic, habló de la unidad social y política del pueblo, y fue la izquierda la que dijo que no.

–Bachalet y Alvear han llamado al orden, y es inevitable que este documento aparezca como una contribución al desorden.

–Al contrario, porque no puede haber un orden impuesto en base a cosas que son contradictorias. Si la orden es seguir apoyando a los mismos tecnócratas que hicieron el diseño del Transantiago, si significa seguir manteniendo a las AFP que manejan 70 mil millones de dólares de los chilenos y permiten la concentración de la riqueza que denuncia el Banco Mundial y cualquier entidad seria, no estoy dispuesto a ese orden en la Concertación. Ordenarse no es aceptar la imposición de un modelo económico en el que no creemos.

–Ustedes critican el rol de Hacienda, pero quien nombró al ministro es la Presidenta Bachelet.
–La Presidenta tiene que escuchar la opinión de quienes votamos por ella. Esta tecnocracia se ha ido reproduciendo en el poder, son los mismos que usan afinidades con la derecha para elegir gente en el Banco Central. Son gente que ha empezado a generar vínculos malos. La historia de Chile muestra que cuando la derecha pierde el poder ha encontrado otra cosa más eficiente que los golpes de Estado: al Partido Radical lo empezó a invitar a sus salones, a integrar sus directorios y a casarse con sus hijas; hoy día está haciendo lo mismo con la Concertación. René Cortázar, que era director de empresas en representación de las AFP, es un hombre honesto y creo que puede hacer una buena tarea en Transportes, pero era de confianza de las AFP y por eso que él defiende el sistema de AFP.

LAS CRÍTICAS DE ADOLFO

–Patricio Navia decía que “si este grupo llega a gastar como escribe, vamos a tener mucha plata tirada a la basura”, aludiendo a que el documento está lleno de faltas de ortografía.

–Le exigiría a Navia que fuera más respetuoso. No le reconozco calidad moral para ser crítico mío a una persona que es pagada por la derecha para que publique los comentarios como la derecha quiere. No se la otorgo para que me juzgue a mí, cuando él todas sus columnas las escribe en los diarios que representan a los grandes explotadores de Chile que han concretado la riqueza y abusado del país. Respeto su derecho de opinión, algunos de sus artículos me parecen buenos y otros malos, pero como le paga la derecha se dedica a mostrar lo peor que tiene la Concertación.

–Esta semana, Roberto Zahler, ex presidente del Central, se sumó a la idea de que había que invertir en Chile parte de los excedentes del cobre, algo que también se planteaba en el documento.

–Es bueno que haya debate, no me gusta el orden de acuerdo a la pauta que hacen la mayoría de los editores de la prensa de derecha y todos los políticos pauteados por lo que deciden ellos. No hay desorden cuando se discuten ideas. Lo de Zahler es muy significativo porque nadie puede decir que es un gásfiter, un populista. Es un liberal, consultor de empresas, y él dice que no es lógico que tengamos la plata afuera, como lo haría cualquier rentista, cuando el Estado no es rentista, es el promotor del bien común. Orpis, senador de la UDI, también ha dicho que sería bueno discutir la famosa regla del superávit estructural.

–Juan Villarzú nos decía que el conjunto de la elite carece de una estrategia de desarrollo del país. Tal vez ahí el ministro de Hacienda tiene una buena razón para dejar la plata afuera.

–Yo discrepo, creo que existe esa estrategia pero que es equivocada. La tesis del chorreo no ha resultado, necesitamos crecimiento con equidad. Nuestra estrategia no ha considerado como prioritaria la justicia social. Cuando subimos los impuestos el ’90, si tú miras las cifras la redistribución del ingreso empezó a tener un cambio, pero como Piñera y Diez y los que negociaron dijeron que era por dos años, y Boeninger y Foxley se los aceptaron, los impuestos volvieron a lo establecido y se mantuvieron las cifras de distribución.

–¿Hay agua en la piscina para toda esta discusión ahora?

–San Pablo decía que hay que anunciar la verdad a tiempo y a destiempo. Lo que pasa es que hay una cultura autoritaria que ha empapado a nuestros tecnócratas, no van a los debates políticos, no le dan la cara a la gente, pero yo no les echo la culpa a los tecnócratas en sí, soy crítico de las direcciones políticas que han permitido que eso pase. Yo le dije a Adolfo en la junta de la DC el 2005: “No acepto un programa de Gobierno de Bachelet que no esté aprobado por esta junta”. Y después, Zaldívar, sin debatirlo en la junta, le aplaudió el programa a la Presidenta Bachelet. ¡Entonces ahora qué anda criticando el cambio del modelo!

–Andrés Velasco fue el que redactó ese programa de Gobierno.

–Entre otros, como Cortázar y Foxley. Alejandro es un hombre brillante, pero tiene más de tecnócrata que de político, yo lo respeto como tecnócrata y como hombre honrado.

–¿Fue desleal Zaldívar al votar contra la depreciación acelerada?

–No, si no había un acuerdo del partido, no es desleal. No hay deslealtad si no hay discusión
previa.

–¿Un giro en la política social implica cambiar al ministro de Hacienda?

–Yo creo que sí, implica cambiarlo. No le estoy pidiendo la renuncia, estoy pidiendo un cambio de política. Conozco a Velasco, que es un hombre honesto y capaz, y él no haría otra política, él no es un sinvergüenza, cree que esta es la mejor política. Tiene convicciones que no son apropiadas para interpretar el espíritu concertacionista en este campo.


Mirko Macari

Nación Domingo
LND

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